Amigos

Inteligente, sociable, alegre y afectuosa, María Victoria fue mujer de grandes amigos a lo largo de toda su vida. Y en su obra, ya desde el principio, se refiere a menudo a ellos; son fuente de inspiración y de información, a veces da sus nombres y en otras ocasiones los cita de pasada: fui a ver a una amiga, mi amiga del colegio, esperaba a una amiga… Muchos de ellos son amigos de la infancia y juventud en A Coruña o de su vida de estudiante en Madrid; en ese tiempo de mocedad, quizás por su peculiar crianza, llegó a decir que prefería la compañía de la gente mayor, de la que aprendió mucho y a la que gustaba escuchar: en este grupo se encontrarían Gala Murguía, Wenceslao Fernández Flórez, Alejandro Barreiro o María Barbeito.
Durante sus viajes también fue tejiendo numerosas amistades; basta ver sus artículos a los largo de estos años para evocar una vida rica en encuentros y afectos como cuando se refiere a sus amigas americanas (como Mary Shell o Tatiana a la que le dedica sendos artículos en 1955), a María o Maregi cuando reside en Alemania, o a sus amigos de España, con los que se reúne en la casa de Vigovidín durante sus estancias veraniegas en Galicia. Fueron muchas las personas a las que María Victoria llamó amigo o amiga a lo largo de su vida, un conjunto de personas diverso y muy rico con las que entabló una fuerte relación personal, profesional y afectiva como Ramón Otero Pedrayo, Manuel María y su esposa Saleta, Álvaro Cunqueiro, Rosa Chacel, Isabel Martínez Barbeito, Eduardo Blanco Amor, Isaac Díaz Pardo, Carmela Arias y un largo etcétera.
Prueba de la estima de la que gozaba María Victoria son las cariñosas dedicatorias que muchos de ellos dejaron en el libro de visitas de su casa de Xanceda.