María Victoria era periodista por vocación, por elección y por tradición. Nació en el antiguo edificio del diario La Voz de Galicia en Porta Real pues su abuelo fue Juan Fernández Latorre, el fundador; heredó de él la querencia hacia el mundo de las noticias y también un lote de acciones de la empresa -a través de su madre-. Durante un período de su vida participó de modo activo en el Consejo de Administración de la sociedad, bien personalmente bien a través de su esposo y llegó a ser propuesta para la dirección del periódico en 1951, si bien Pedro de Llano acabó siendo elegido para el puesto.
Su vinculación más evidente y fructífera con La Voz de Galicia fue como periodista. Se incorporó al diario en 1947 con una pequeña colaboración bajo el seudónimo V. de Lauris, iniciando una larga trayectoria que llegaría hasta más allá de su jubilación.
Juan Fernández Latorre (1849-1912) fundó el diario La Voz de Galicia en 1882, como periódico progresista y republicano. A su muerte sus hijas heredaron una empresa que gestionaba uno de los diarios de referencia de Galicia. En 1939 Emilio Rey -segundo esposo de su madre- accedió a la presidencia de un Consejo de Administración en el que figuraban otros accionistas relevantes como Alfonso Molina, Alfredo Cao, Fernanda Arráiz o el Banco Pastor. En los años que siguieron, aunque hubo relevos en el órgano de administración, la familia del fundador mantuvo su fuerte presencia.
Felipe Fernández Armesto se incorporó al Consejo en 1951 representando a María Victoria aunque ambos se sentarán en este órgano desde 1967, cuando La Voz pasa a ser sociedad anónima. Hubo de fondo siempre un cierto desencuentro con Emilio Rey, presidente, que se mantendría con sus sucesores y que tiene su razón en los equilibrios de poder dentro de la empresa.
La fundación en 1977 de una Junta de Fundadores en la que participaban los cinco nietos de Juan Fernández Latorre buscaba preservar la memoria y objetivos del abuelo y al mismo tiempo servía como contrapeso al Consejo de Administración.
Finalmente María Victoria vendería sus acciones en 1994, desvinculándose totalmente del periódico.
La vinculación de María Victoria con el diario fue larga e intensa. Se inició en 1947, con sus primeras colaboraciones, y finalizó en 1994. En ese tiempo podemos seguirla bajo distintos nombres de pluma y, tras su matrimonio, como Victoria Armesto.
Sus artículos abarcan todo tipo de formatos desde entrevistas a notas, comentarios o análisis de la actualidad si bien fueron más específicos sus trabajos del período 1950-1966 pues cubrió la mayor parte de la información internacional del periódico con el apoyo de su esposo y de las facilidades que la vida en el extranjero le proporcionó.
Estafeta Madrileña, Crónica de Nueva York, Crónica de Washington, Mil años de Compostela, Notas de Ginebra, Notas Coruñesas, O espello na man, De hoxe a mañán, Cuadernos de un diputado, Cousas, Temas del pais… bajo diversos títulos de sus secciones podemos seguir el pálpito de la realidad y de su vivencia de ella, siempre desde una perspectiva independiente y perspicaz con un estilo vivo y cercano.