Su cuna y educación privilegiadas ayudaron a María Victoria a percibir con claridad las barreras y límites que la sociedad imponía a las mujeres. Por ello, ya desde sus primeros artículos, se puede percibir una preocupación activa por la situación femenina.
Reivindicó la igualdad entre hombres y mujeres, la reforma de las leyes franquistas, pobló su obra literaria y periodística de fuertes personajes femeninos, leyó, estudió y divulgó a las grandes feministas como Simone de Beaovuier o Betty Friedan.
Feminismo algo tibio para las tendencias del momento como reflejan algunas críticas que recibirá del movimiento feminista como las contenidas en A Voz do Pobo de 1977 que lo calificaba de «feminismo edulcorado» el de María Victoria fue un feminismo sincero, una lucha por la igualdad que defendió desde su columna en el periódico, en sus charlas y conferencias y en su puesto como diputada.