Curiosa, autodidacta, optimista, desordenada, cordial, atractiva, profundamente creyente, amigable, empática, frágil en apariencia pero de gran fuerza interior… son adjetivos que podemos aplicar a María Victoria, persona que no dejaba a nadie indiferente.
Mujer independiente que desarrolló una trayectoria vital diferente a la mayoría de las mujeres de su época; no sólo por su cuna privilegiada sino también por su fuerte personalidad que la llevó a tener la vida que quiso vivir.
Con gran sentido de la belleza, amaba el arte, la arquitectura y la historia. Aficionada a la cocina y al deporte, estos dos hobbies quedaban atrás ante su pasión por la lectura y la escritura. Le gustaba escribir por las mañanas y procuró hacerlo siempre, incluso en sus años como diputada, aún cuando las jornadas eran extenuantes y tenía poco tiempo para dedicarle a esta actividad.