Tras su matrimonio, María Victoria y Felipe se trasladaron a Estados Unidos, de donde pasarían en 1955 a Alemania siguiendo la carrera profesional de él, que era corresponsal de La Vanguardia. No perdieron nunca el contacto con España y Galicia pero no regresarían definitivamente hasta 1967, cuando instalaron su residencia en Madrid.
Estos años en el extranjero fueron complejos y de aprendizaje, de madurez como persona y como profesional, de morriña y de choque cultural, de curiosidad y de emociones intensas. Cuando regresó a España, María Victoria trajo consigo una visión diferente del mundo y la actualidad, una nueva humanidad y muchas nuevas amistades, entre las que se encuentran grandes personajes de su tiempo.
Un sinfín de crónicas periodísticas y de recuerdos personales nos permiten seguir la vida de María Victoria y apreciar su evolución personal y literaria.
María Victoria y Felipe se asentaron en Nueva York, de donde pasarían en 1954 a Washington. La experiencia tiene un aire agridulce pues si bien le abre un mundo de posibilidades, comodidades y contactos sociales y culturales inalcanzables en España, también pone de manifiesto las dificultades del choque cultural y emocional: conoció la morriña y simpatizó con la emigración, se sintió desvalida en una sociedad cuya lengua y costumbres no conoce y limitada por su formación -más intelectual que práctica- pero también deslumbrada por su modernidad o el ejercicio desinhibido de los valores cívicos y democráticos.
Su vida se reparte entre el cuidado de su familia -su hijo Juan nació en 1953-, y una intensa vida social que le permitió conocer y tratar a personajes de todo perfil, desde Kennedy hasta Dalí. No olvidó su vocación periodística y estos años están llenos de crónicas palpitantes sobre la realidad norteamericana: las novedades que le sorprenden, el papel de la mujer, la actualidad internacional y la política local, los viajes, los estrenos de cine y teatro… todo aquello que llama su atención merece una pieza que sería publicada en La Voz de Galicia, el Pueblo Gallego o la revista Semana, ahora bajo el nombre Victoria Armesto.
En julio de 1955 la familia embarcó rumbo a Europa pues Felipe sería corresponsal de La Vanguardia en Alemania. Allí residieron hasta su vuelta a España en 1966.
Es un período marcado por excursiones y viajes que le permitieron conocer a fondo Europa, dando carta de naturaleza a un sentimiento europeísta que nunca la abandonaría.
María Victoria fue testigo de la reconstrucción alemana y da fiel cuenta de ella en sus crónicas periodísticas pues siguió escribiendo para sus fieles lectores de La Voz de Galicia y El Pueblo Gallego: el nivel de vida, el comunismo en Berlín, la industrialización… su fascinación por la sociedad alemana es evidente. Junto con los artículos sobre sus viajes, puede afirmarse que sus trabajos de esta época abrieron a sus lectores una ventana a una realidad diferente, a una forma de vida próspera y democrática que les estaba vedada.
Este período ejerce una influencia decisiva no sólo en su personalidad sino también en lo que será su pensamiento político pues es entonces cuando nace y se conforma.
En Estados Unidos conocerá una sociedad de profundos valores democráticos, inmersa en una Guerra Fría que marcó la vida de su ciudadanía. En Alemania comprendió sobre la realidad las limitaciones del comunismo.
Democracia, liberalismo, anticomunismo y europeismo son los principios ideológicos que alimentaron el pensamiento de María Victoria en este tiempo y que traería consigo a España su regreso.
Este período ejerce una influencia decisiva no sólo en su personalidad sino también en lo que será su pensamiento político pues es entonces cuando nace y se conforma.
En Estados Unidos conocerá una sociedad de profundos valores democráticos, inmersa en una Guerra Fría que marcó la vida de su ciudadanía. En Alemania comprendió sobre la realidad las limitaciones del comunismo.
Democracia, liberalismo, anticomunismo y europeismo son los principios ideológicos que alimentaron el pensamiento de María Victoria en este tiempo y que traería consigo a España su regreso.
Más allá de la morriña, nunca abandonó totalmente Galicia. Una vez en Europa, la familia pasa los veranos en el Pazo de Vigovidín, un inmueble de gran valor histórico -levantado sobre una casa del siglo XV, lugar de veraneo de Sofia Casanova y sede temporal del cuartel general Sir John Moore- que María Victoria y Felipe habían recibido de la madre de ella como presente nupcial.
Wenceslao Fernández Flórez, Álvaro Cunqueiro, Angel del Castillo, Juan Naya o el pintor alemán Werner Peiner son algunos de los intelectuales y artistas que disfrutaron de su hospitalidad en la casa familiar. Fueron largos veranos en los que se alternaban las visitas y la asistencia a actos sociales, muchas veces en calidad de “señora de” otras en nombre propio, pues es entonces cuando comienza a dar conferencias iniciando su carrera de divulgadora.
Más allá del pazo, el matrimonio comenzó a buscar una casa con un perfil más rural. Es entonces cuando la Casa Grande de Xanceda -rodeada de prados y arboledas- entra en sus vidas. Tras su adquisición en 1968, pasará a ser la residencia familiar en Galicia.
El feminismo, de actualidad
Publicado en La Voz de Galicia el 14 de febrero de 1950
La curiosidad
Publicado en La Voz de Galicia el 26 de abril de 1950
Sorpresas para un europeo
Publicado en La Voz de Galicia el 22 de octubre de 1950
El dólar, la vida y el servicio doméstico
La civilización americana se basa en el desperdicio
Publicado en La Voz de Galicia el 30 de septiembre de 1952
Las amas de casa tiran toda clase de objetos que harían la felicidad de las "chambonas" coruñesas.
Fiebre investigadora en el Congreso americano
Publicado en La Voz de Galicia el 30 de septiembre de 1953
La lucha contra el comunismo ha vuelto a Norteamérica nacionalista y exaltada.
Doña Gala
Publicado en La Voz de Galicia el 24 de enero de 1964
Sobre el idioma gallego
Publicada en La Voz de Galicia el 7 de noviembre de 1965
Los Condes locos
Publicado en La Voz de Galicia el 7 de enero de 1967
Ensoberbecidos por su triunfo sobre las milicias populares los nobles cometieron una serie de imprudencias y desatinos.